martes, 5 de octubre de 2010

El lado oculto del aprendizaje

He querido iniciar este blog hablando de un tipo de aprendizaje del que no se suele hablar: el aprendizaje oculto. No todo lo que aprendemos lo hacemos de una manera consciente, hay cosas que aprendemos sin pretenderlo, incluso sin nuestra aprobación, cosas que no desearíamos haber aprendido.
El primer escenario del aprendizaje oculto sucede en las familias. Durante la infancia internalizamos algunos comportamientos de nuestros padres, que luego de adultos repetiremos. Abnegados padres que sacrifican sus mejores años por darle todo a sus hijos, sin saber que lo que realmente les están dando es un pésimo ejemplo de cómo no disfrutar de la vida. El aprendizaje oculto es así.

Luego llega el colegio y más de lo mismo. P.W. Jackson1 fue el primero en hablar de este fenómeno dentro de las escuelas, él lo llamó currículum oculto. Algo que se enseña y se aprende más allá de los contenidos explícitos de los programas educativos y que no obstante puede ser tan importante o más que éstos. De este modo las escuelas se nos desvelan como lugares para aprender algo más que matemáticas y literatura, se aprende a obedecer, a no cuestionar a la autoridad, a aceptar la ciencia como infalible. En definitiva un espacio para reproducir el orden social.

Cuando alguien aprende inconscientemente podemos encontrarnos con dos situaciones: que el que enseña lo haga conscientemente ocultándole al aprendiz sus verdaderas intenciones -un cuyo caso estaríamos hablando de manipulación- o que éste también caiga victima de la misma inconsciencia. 

Y así sucede, a veces influenciamos a los demás sin darnos cuenta. En 1968 Rosenthal y Jacobson2 investigaron como los profesores a través de las expectativas influyen en los alumnos -efecto Pigmalión-. Realizaron un test de inteligencia a un grupo de alumnos de primaria y eligieron a un 20% aleatoriamente. A los profesores de estos alumnos se les dijo que sus coeficientes de inteligencia eran superiores. Al finalizar el experimento se les volvió a pasar el test a estos alumnos mejorando los resultados en 4 puntos. Los profesores calificaron a este grupo como alumnos inteligentes, afectuosos, curiosos y bien adaptados, mientras que a los no señalados se les calificaba peor. Los profesores de este experimento no fueron conscientes de la influencia de sus expectativas. El efecto Pigmalión también sucede en las familias y en las empresas. Padres, profesores, jefes y compañeros, ejercen su influencia sobre nosotros.

Por último me gustaría terminar relacionando estas ideas con el e-learning, algo que ya hizo Kaplún3 en su artículo “El currículum oculto de las nuevas tecnologías” donde analiza el problema de los vínculos entre la educación y las nuevas tecnologías. Según el autor, para hacer visible este currículum no debemos fijarnos en las tecnologías mismas sino en las concepciones pedagógicas y comunicacionales que hay detrás: enfoques mas transmisores o enfoques más centrados en el alumno. Y continúa diciendo que el modo de uso de cada tecnología es tanto o más determinante que la tecnología misma, y animando a realizar un uso dialógico de las mismas.


Como docentes debemos ser conscientes del efecto que tienen las expectativas que depositamos en nuestros alumnos, la manera en que usamos las tecnologías y los métodos didácticos que seleccionamos. Como alumnos debemos tomar conciencia de lo que aprendemos y también de las estrategias de aprendizaje que tendemos a seleccionar en cada situación -estilos de aprendizaje- aunque este tema nos dará para un nuevo post.

1 Jackson, P. W. (1991): La vida en las aulas, Morata, Madrid.
2 Rosenthal, R. y Jacobson, L. (1968): Pygmalion in the classroom, Holt, Rinehart and Winston, Nueva York.
3 Kaplún. El currículum oculto de las nuevas tecnologías. En:http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n21/icom/gkaplun.html

1 comentario:

  1. Hola Daniel,
    me ha gustado mucho tu inicio de blog y veo mucho potencial en tus palabras.
    Me quedo por aqui.
    Te invito a pasar por mi blog y quedarte si te gusta.

    Un abrazo fuerte,

    Laura

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